La misma mierda.
Pese a los “buenos” resultados cosechados en la primera carrera del año, las Yamaha siguen metidas en el mismo pozo de siempre.
Maverick Viñales, se vio obligado a abrir tres de los cinco motores que tienen por temporada ¡en la primera carrera! y este fin de semana seguramente abrirá el cuarto. Valentino por su lado, abrió dos, y tuvo que abandonar la carrera a seis vueltas del final, ya que la moto empezó a perder potencia y se encendió una luz de emergencia en el cuadro de mandos ¡pam! Muerta antes de terminar, bueno… de empezar. El italiano, no pudo hacer otra cosa que no fuese aparcar la moto junto al muro. Aunque tampoco habría hecho mucho más, visto el ritmo que llevaba.
No es suficientemente pobre la Yamaha en cuanto a potencia y velocidad punta, sino que, al parecer, estos motores no pueden trabajar bien con altas temperaturas. Y es que a veces parece mentira que estemos hablando de una de las marcas punteras del mundial.
Dos de las motos que corrieron en Jerez, una de cada piloto, fueron trasladadas a Japón para investigar e intentar descubrir algo. Como ya sabemos, los motores están sellados y no pueden abrirse, pero a base de mini cámaras y sensores intentarán descubrir eso que no han descubierto en 4 años.
Desde 2016 lleva esta marca sin estar a la altura, sin ofrecer al piloto una moto con la que pueda ganar algo más que una carrera esporádica. Sin abastecer al piloto de eso tan necesario, que le permite ser piloto. 4 años de verlas venir, venir y pasar, pasar y venir, pero nunca de estar. 4 años regalando mundiales.
No solamente es el desgaste del neumático, la falta de potencia o la escasa velocidad punta, no, además estos motores son menos fiables que esos anuncios de motos que pone: «nunca en circuito». Y, con una moto tan poco fiable, el piloto nunca va estar con la seguridad, motivación y acierto necesario para poder pelearse a 300Km/h con la soltura que necesita un piloto para ofrecer su máximo.
Ya puede ofrecerte este chasis (lo único bueno de Yamaha) un gran paso por curva, y/o tener un gran piloto a sus mandos, que si en cada aceleración y en cada recta se te escapan, y al llegar a la frenada tampoco te trasmite una buena sensación, lo único que lograrás es que tu piloto vaya forzado todo el rato, y eso al paso de unas vueltas se traduce en mayor desgaste de los neumáticos, mayor desgaste mental y físico del piloto, perdida de confianza y error final.
Si el ritmo es lento, nos pueden engañar permaneciendo allí, o incluso si suena la flauta como el domingo pasado, pueden sorprendernos subiendo a lo más alto del cajón. Pero si tenemos una carrera normal, con ritmo elevado y competitividad por la cabeza, la Yamaha será una espectadora más.
Ya lo hemos visto con esas estériles luchas de Fábio Quartaro y Marc Márquez el año pasado, que hasta Marc tenia que desacelerar su Honda en recta para que pareciese una lucha. O esa carrera de Viñales en Philip Island, que lo intentó con todas sus ganas, pero que tuvo que forzar toda la carrera para estar ahí, y cuando empezó la lucha, ya no quedaban ni fuerzas ni neumáticos. Frenazo excesivo para recuperar lo perdido en recta, clavada guapa… y caída absurda. Por no hablar de la lucha de Rossi y Rins en Austin… ver a Valentino, experto en finales de carrera, hambriento como nunca de victorias, y con una oportunidad de oro… y verlo cometiendo esas coladas en la lucha cuerpo a cuerpo era, cuanto menos, tan desolador como extraño.
Pero no le puedes pedir mucho más a unos pilotos que, su moto, lleva años minándoles la confianza, la moral, la seguridad, la motivación. No en ellos, sino en sus posibilidades en carrera.
Muchos creen que por este doblete de Yamaha en esta última carrera ya está arreglado, como si no importase que estuviesen rodando, en el mejor de los casos, un segundo más lento de lo que hubiese sido la cabeza de carrera. Ya sabemos que, el ser humano, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
MotoGPito.